Blue Jasmine

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Cada otoño espero con impaciencia la peli de Woody Allen. Aunque hay años en los que al salir de verla opino que no se por qué no se habrá esperado un poquito más para sacar algo mejor. Quizá lo haga para estar entretenido o porque le siente bien mentalmente... No sé. El caso es que salvo estas excepciones, me suelen gustar mucho. Y el estilo que tienen en general me chifla; la música, la fotografía, los decorados, la luz, el vestuario... y por supuesto, los guiones.
Me encantan las situaciones surrealistas y los momentos con toques de humor absurdo, como la genial Midnight in Paris, el musical Todos dicen I love You, o una escena de Hollywood Ending cuando hace del director de una película que se queda ciego debido al estrés y se reúne con su productor disimulando su ceguera como puede. O la escena de Scoop, cuando el mago saca al escenario a Scarlett Johansson.

Y luego tiene otras pelis más serias. Cuando saca una de estas, no parece el mismo Woody. Match Point, por ejemplo, buenísima. La ponderación de las consecuencias que puede traer un golpe de suerte, acción o decisión, a la vida de las personas. La pelota de tenis flotando en el aire antes de caer a un lado u otro de la red, ¿os acordáis?

Blue Jasmine es de las serias. Y a diferencia de Match Point no se trata sólo de meditar sobre el individualismo, la tentación o la moralidad, sino que además es una crítica tremendamente actual a la sociedad en que vivimos, a la crisis económica, derivada de la crisis de valores, en la que nos encontramos. Al mundo dual de clase alta vs. clase baja al que caminamos a pasos agigantados en los países más desarrollados y una reflexión profunda sobre la búsqueda de la felicidad, la ambición o el egoísmo.
La protagonista es Jasmine, una mujer de la sociedad neoyorquina acostumbrada al dinero y la buena vida por estar casada con un millonario hombre de negocios, que se encuentra deshecha tras perderlo todo después de la detención de su marido por corrupción. Se ve obligada a pedir alojamiento a su hermana adoptiva, que vive en San Francisco y con la que no tiene nada que ver. 
Un apunte. Me gusta mucho el doblaje de Cate Blanchett. Es la misma dobladora de Catherine Zeta-Jones y el tono de voz y acento que utiliza es como el de su personaje en La pareja del año. Sólo eso ya me resulta uno de los puntos cómicos de la película, que aunque un drama, tiene sus guiños de humor, muy de Woody Allen.

 

 

Jasmine (que, por supuesto, no es su verdadero nombre) es una mujer egocéntrica, egoísta, ambiciosa social y económicamente, que huye de lo vulgar y de la vida complicada. Ansía una vida de lujo, fácil y sin esfuerzo. El problema es que se acomoda a la situación alcanzada, poniéndose una venda en los ojos con tal de no sacrificar un ápice su comodidad y estilo de vida. Y esto acaba pasándole factura.

Cate Blanchett está impresionante en este papel. De auténtico Oscar. La película resulta una descripción de su personaje, lleno de matices y a la vez claro como el agua, gracias a la sabiduría de Allen en el retrato de la personalidad neurótica... Todo en la peli y sobretodo en la actuación de Cate, muestra el momento que vive la protagonista así como sus motivaciones y contradicciones internas. Cómo se mueve, cómo mira, cómo habla, cómo reacciona en cada situación... todo, además del guión, "habla". Repito, Cate Blanchett esta ¡brutal!, pero sospecho que el merito es compartido con la buena dirección de Woody Allen.  

La película te hace pensar, te deja dándole vueltas. A mi modo de ver, al final intenta darnos una moraleja, pero cada uno que saque sus propias conclusiones.

Para mi, la moraleja es, a parte de la crítica a la sociedad capitalista y el poder de Don Dinero, que la felicidad nunca viene de la mano de la incoherencia, de no aceptar los propios fallos y de no perdonárselos. De no aceptar un fracaso propio y de no querer cambiar. De no quererse a uno mismo y querer lo mejor (no lo más lujoso) para uno mismo. De la falta de dignidad propia. La felicidad viene de la sencillez de planteamientos, de la adaptabilidad a las condiciones y de la coherencia en todos los aspectos de la persona y de la vida que se lleva.